El anciano, que no concibe abandonar el mundo sin dejar una huella perdurable, que de testimonio de su existencia más allá del vínculo de la sangre; centra su esfuerzo en escribir sus vivencias y sus experiencias bajo el régimen castrista, así como sus turbias relaciones con las figuras más prominentes del gobierno revolucionario. Se empeña en hacer público todo lo que él vio y vivió en esa etapa de su vida.
Es a través de su narración, y usando a su joven socio y amigo como puente, que nos muestra de manera minuciosa y casi con rigurosidad matemática, sin calificativos; una de las zonas más corrosivas, oscuras y menos divulgadas, de hacia dónde el régimen castrista se propuso conducir a la población cubana: la degradación como sociedad en todas sus dimensiones.
De la noche a la mañana se institucionalizó la más grande, productiva y lucrativa “Empresa Consolidada del Contrabando”, convirtiéndose, en la principal fuente de abastecimiento del mercado negro que pronto proliferó en toda la Isla de Cuba.
Desde los más altos peldaños del poder revolucionario hacia abajo, hasta las más bajas esferas de las administraciones locales, se generalizó el contrabando de cuantos productos y bienes de consumo se pudieran comercializar en el mercado negro.
