Las mujeres en la historia de Cuba

Por William Navarrete

Viaja hasta París el segundo volumen de Mujeres de la patria (Ed. Universal), un libro de la investigadora cubana Teresa Fernández Soneira, nacida en La Habana (1947). El primero de la trilogía prevista, lo publicó en 2014, en la misma casa editorial, y se refería a las mujeres que habían sobresalido en la historia cubana hasta el fin de la primera guerra contra la metrópoli (1868-1878). El que ahora nos ocupa, abarca el periodo de la guerra de independencia de 1895.


La autora lo ha sido también de otros ensayos relacionados con la historia de la educación y las Juventudes de Acción Católica en Cuba, fiel a su formación inicial en el Colegio del Apostolado del Sagrado Corazón, en Paseo y 21, Vedado, primera institución fundada por monjas cubanas en 1891.

Tiene razón la investigadora al recopilar esta información. El papel de la mujer cubana ha sido mucho más importante que lo escrito en los manuales de Historia, y, en no pocos casos, nombres y hechos han sido borrados de un plumazo por los historiadores.

¿Quién recuerda hoy día quién fue Irene Herrera Laferté, mujer negra, habanera, que aliviaba con su música la vida de los insurrectos cubanos en la manigua? ¿Quién menciona a Rosario Dubrocá Rodríguez de Osorio, fundadora de un hospital militar en San José de las Lajas para atender a los mambises heridos? ¿Quién a la holguinera de adopción Mercedes Sirvén Pérez-Puelles, doctora en farmacia y patriota ejemplar que llegó a ser comandante del Ejército Libertador?

El libro de Fernández Soneira añade un capítulo singular: ‘‘La mujer negra en la sociedad y en la guerra’’, algo que me llamó mucho la atención, por cuanto no es tema en el que se haya ahondado mucho. La autora debe haberse dado cuenta de su papel crucial, así como de la necesidad de dedicarles un aparte. Algunas fueron incluso prósperas hacendadas, como María Herculánea Corina Cunill, Matilde O’Bourke y Desideria Hernández, en la zona de Cienfuegos. También patriotas: Lucrecia González Consuegra, de Sancti Spíritus, o Teresa Pérez Nicot, de Baracoa, y otras.

El libro evoca las reconcentraciones de Weyler, verdaderos campos de concentración entre los primeros del planeta, y la mujer confinada, pero también aquella que alzó su voz para denunciar los crímenes del poder colonial. Hay especial mención para las enfermeras mambisas (como Gabriela Azcuy Labrador, Rosa Castellanos ‘‘La Bayamesa’’ y la pinareña María de la Luz Noriega Hernández).

Por otra parte, la autora rastrea la labor de las congregaciones religiosas de monjas en los ámbitos sanitario y educativo. Ahí están las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, al cargo de varios hospitales; las Siervas de María, las Religiosas del Apostolado, aunque también algunas religiosas norteamericanas, así como la sureña Clara Barton, presidenta de la Cruz Roja en su país, que realizaron una gran labor humanitaria.

Le siguen las páginas dedicadas a las ilustres camagüeyanas, holguineras y orientales en general, implicadas en la independencia: Eva Adán Betancourt, Gabriela de Varona, Caridad Agüero Betancourt, María Aguilar Borrero o Emilia Bernal de Agüero (todas de Camagüey), Cristina Pérez (de Guantánamo) y las mujeres de las familia Feria-Garayalde, Castellanos y Miró (de Holguín), y 700 más.

Aparecen también aquellas que desde el exilio de Nueva York, Tampa, Cayo Hueso o América Latina, recaudaban fondos y alentaban a los hombres en la Isla. Entre ellas, Elena Borrero, Manuela Boza, Caridad Carmenatti, Ana María García Menocal, Chalía Herrera, Rosalía García Osuna, Clemencia Gómez Toro, Isabel Machado Mesa, Magdalena Peñarredonda Doley, y otras exiliadas y desterradas.

Mujeres de la patria es una labor paciente que asocio a aquella del bordado de las primeras enseñas nacionales por las esposas de los mambises. Teresa Fernández Soneira ha urgado en una extensa biblografía (que ofrece en uno de los anexos), entrevistado descendientes, interrogado a personas relacionadas con estos temas. Es este el tipo de labor que queda para siempre en manos de generaciones futuras. La autora lo sabe. Lo que ignora es que también se ha convertido en una de esas mujeres que hoy rescata.

El libro será presentado el 1 de diciembre a las 11 a.m. en el Salón Varela, Ermita de la Caridad, 3609 South Miami Avenue, Miami.

Tomado de Especial/el Nuevo Herald


Autor: William Navarrete es un escritor cubano, residente en París.