Constitución cubana reconoce la
libertad de expresión... solo si esta va conforme a “los fines de la sociedad socialista”.
Aunque pretendieramos encontrar “similitudes” comparando las caricaturas satíricas publicadas en la prensa de la etapa republicana de 1902 a 1958 con la era marxista iniciada en 1959, no se encontraría ni una sola prueba de que por los humoristas cubanos hayan podido ejercer su derecho a la libre expresión o de opinión en sus caricaturas publicadas a partir de 1959 hasta la fecha.
La caricatura editorial, a finales de la década de los 60, comenzó a perder su concepto, su verdadero sentido humorístico de crear situaciones graciosas que suscitasen la risa, a ser satírico, irónico, crítico o burlesco para transformarse en caricaturas divulgadoras, propagandistas al servicio de una idelogía. La gráfica humorística en la prensa oficial, en general, se convirtió el llamado “Arte militante”, ilustrador de la ideología marxista.
Las historietas El Reyecito Criollo de Silvio Fontanillas se publicaron en la revista Bohemia desde 1955 hasta 1959 y se dedicaron principalmente a satirizar y riculizara dictador-presidente Fulgencio Batista.
Muchas caricaturas satíricas publicadas hasta 1958, no se podrían publicar en la prensa actual, financiada y controlada por el Partido Comunista. Las caricaturas del “Bobo” de Abela criticando a los funcionarios y políticos; o las historietas de “El Reyecito Criollo” de Silvio Fontanillas criticando al presidente del gobierno no serían posible verlas impresas en los semanarios humorísticos actuales.
En “El arte irrespetuoso. Historia incompleta de la caricatura política”, libro del caricaturista mexicano, Eduardo del Río (Rius), publicado en 1988, hace un análisis comparativo de los semanarios humorísticos en los países socialista, y afirma que Joseph Stalin convirtió a la revista satírica Krokodil –fundada en 1922 y publicada en la desaparecida Unión Soviética–, en una revista de sumisos, de caricaturistas que sucumbieron al terror del sistema político, que se dedicaron a desacreditar y atacar ferozmente a los enemigos del socialismo.
Al refierirse a las caricaturas en las revistas humorísticas cubanas, Ruis expresa que también es víctima del mismo problema de la revista “Krokodil” y añade que “no existe prensa de opinión” en la Isla, y agrega que es muy difícil que se publiquen caricaturas con críticas que “fustigue los errores del gobierno, o se meta con un ministro corrupto y oportunista”. Termina sentenciado: “eso, hasta hoy, es imposible en Cuba”. Afirmaciones que tienen más de veinte años y aún permanecen vigentes.
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La Jaula, caricatura de Luis Ruiz |
Exigirle a los caricaturistas que “fustiguen” los errores de un régimen desde la redacción de un periódico que es propiedad del propio gorbierno que, además de ser el empleador del caricaturista, controla todos los temas que se publican y censura a los intentan criticar el sistema socialista y a los miembros de la cúpula gobernante, es tan ingenuo como pedirle peras al olmo cuando se sabe que existen suficientes pruebas documentadas de intelectuales, escritores y dibujantes cubanos que han sido encarcelados por opinar diferente. Vale recordarle a los “ingenuos”, por citar un solo ejemplo: el 28 de marzo de 1980, el dibujante y caricaturista Luis Ruiz, excolaborador del suplemento humorístico “El Sable” (ya desaparecido), fue acusado de “propaganda enemiga”, preso y condenado a seis años de prisión “por opinar diferente”, posteriormente fue declarado preso de conciencia por Amnistía Internacional.
Lo mismo le hubiera ocurrido a los caricaturistas de la revista satírica “Krokodil”, si por sus cabezas les hubiera pasado la idea de criticar a Stalin, habrían terminado en un campo de trabajo forzado en la Siberia.
Luis García Fresquet